Claudio Contardi fue condenado a 19 años de prisión por abuso sexual contra Julieta Prandi y quedó detenido
El empresario Claudio Contardi, expareja de Julieta Prandi, fue condenado a 19 años de prisión en la causa por los delitos de abuso sexual contra la actriz y conductora. Así lo determinó este miércoles el Tribunal Oral en lo Criminal N°2 de Zárate-Campana.
Contardi, quien desde el viernes pasado tiene prohibida la salida del país, había planteado la nulidad.
Este lunes la actriz se refirió a cómo atravesaba las últimas horas previas al desenlace judicial: “Para mí, tener que verme en todos lados y que se reproduzcan mis palabras es muy fuerte. Lo vivo con mucha angustia, con mucha ansiedad. Necesito que llegue el miércoles, de verdad escuchar una condena ejemplificadora y que finalmente lo detengan por mi bien, por el bien de mi familia, porque cualquier cosa me puede pasar a mí y a cualquiera de los míos”.
El representante del Ministerio Público Fiscal, aseguró en su alegato que Contardi abusó sexualmente de Prandi en reiteradas oportunidades, "ejerciendo amenazas y violencia física tomándola del cuello y del cabello por detrás y accediendo a ella carnalmente, ejerciendo violencia psicológica, diciendo que era su obligación tener relaciones sexuales por ser su mujer".
Por su parte, la querella solicitó una pena de 50 años de cárcel, enumerando como agravantes la “magnitud del injusto, el daño lacerante producido y la perversidad brutal del imputado”.
“No te dejo un solo hueso sano”
Según el relato de la conductora, Contardi comenzó a controlar su vida tras mudarse a un country en Escobar: la alejó de sus seres queridos, no le permitía manejar e incluso la obligó a cambiar su número de teléfono. Las violaciones comenzaron meses después, tras el nacimiento del primer hijo de la pareja. No obstante, ya había signos de agresiones verbales durante el embarazo del niño.
Según detalló la modelo, sus padres recién pudieron conocer al segundo hijo cuando el niño cumplió cuatro años. “Contardi hacía alarde de ser pai de la religión umbanda y con ello la obligaba a que le diga, minuto a minut, o lo que había hecho en el día, refiriéndole que si ella no sabía, que él podía averiguarlo y desplegaba sus cartas sobre la mesa”, indica un fragmento del expediente.

